Destaca que los conocimientos adquiridos previamente en la USMP fueron una base sólida que le permitió desenvolverse con confianza. “Muchos de los temas que vimos en Japón fueron un repaso de lo que ya aprendí en la universidad”, señaló.

Desde el primer día, Tiana se sintió bienvenida en el campus japonés. “Tuve todos los recursos a mi alcance y los coordinadores me explicaron con claridad las normas, tanto dentro como fuera del campus”, relata.

Inclusive recibió una charla de la municipalidad local sobre deberes ciudadanos y normas de tránsito. La universidad promovía constantemente actividades de integración para que los estudiantes extranjeros pudieran adaptarse con rapidez.

La diferencia cultural y académica fue notoria, pero estimulante. En Japón, los estudiantes de odontología no tienen contacto con pacientes en el pregrado; solo lo hacen en la etapa de postgrado. Además, los exámenes son nacionales y no son elaborados por los docentes. “Fue sorprendente ver cómo funciona su sistema educativo, tan distinto al nuestro, pero muy estructurado”, señaló Tiana.

Durante su estancia, cursó asignaturas clave como Periodoncia, Odontología Integral e Inglés Científico, además de clases de japonés. Gracias a su buen desempeño, pudo observar tratamientos clínicos reales y participar en reuniones de investigación con estudiantes de postgrado. “Viví por primera vez la experiencia de un ensayo clínico en vivo, algo que hasta entonces solo conocía por libros”, comenta con entusiasmo.

Uno de los mayores retos fue el idioma. Si bien algunas clases se dictaban en inglés, en otras ocasiones debió apoyarse con traductores automáticos para entender a docentes que solo hablaban japonés. “No era fácil seguir el ritmo de la clase con traducción en tiempo real, pero aprendí a adaptarme rápidamente”, explica.

Fuera de las aulas, la vida en Japón también fue una experiencia transformadora. “La ciudad era muy segura, los ciudadanos sumamente respetuosos y el transporte, increíblemente organizado. Podías moverte a cualquier hora sin temor”, relata. También hizo amistades con estudiantes de distintas partes del mundo que vivían con ella en la residencia universitaria.

La experiencia no solo fortaleció su perfil profesional, también impulsó su crecimiento personal. Al vivir sola por primera vez en un país completamente distinto, Tiana desarrolló mayor autonomía y liderazgo.

Hoy, de regreso en Lima, Tiana tiene claridad sobre su futuro. Gracias al intercambio, tomó una decisión definitiva sobre la especialidad que quiere seguir. “El poder rotar por distintas áreas me ayudó a entender cuál es realmente mi vocación dentro de la odontología”, concluye.

La Universidad de San Martín de Porres continúa abriendo puertas al mundo para sus estudiantes. Testimonios como el de Tiana confirman el valor de estas experiencias internacionales, que combinan excelencia académica, desarrollo personal y visión global de la profesión.

Santa Anita, 10 de junio de 2025
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