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SUPERINTELIGENCIA

A medida que los sistemas de IA se expanden más allá de tareas estrechas hacia un razonamiento y una planificación más amplios, las demandas de infraestructura informática siguen aumentando.

Mark Zuckerberg, fundador y Director Ejecutivo de Meta Platforms Inc., la empresa multinacional estadounidense con sede en Menlo Park, California, que opera varias y amplias plataformas de redes sociales y servicios de comunicación como Facebook, Instagram, Threads, Messenger y WhatsApp, anunció una inversión de cientos de miles de millones de dólares en enormes centros de datos destinados al desarrollo de la IA. Esto subraya cómo la infraestructura se está convirtiendo en un elemento central de la carrera por la Inteligencia Artificial General (IAG), entendida como aquella IA capaz de realizar una amplia gama de tareas intelectuales a nivel humano, e incluso, en su acepción más ambiciosa, como la que podría superar a la inteligencia humana en el futuro.

En un memorando a sus empleados, Meta presentó Superintelligence Labs, una nueva división dirigida por el ex CEO de Scale AI, Alexandr Wang. La empresa anunció planes para construir múltiples clústeres de varios gigavatios, incluyendo Prometheus, que entraría en funcionamiento en 2026 con un consumo estimado de 1 gigavatio, y Hyperion, aún mayor, de 5 gigavatios, cuya extensión física, según Meta, cubriría un área equivalente a más de la mitad de Manhattan. Puede que Meta no lidere la carrera por la superinteligencia, pero está destinando ingentes reservas de efectivo para impulsar estos desarrollos.

(Para dimensionar estos proyectos: 5 gigavatios son suficientes para abastecer durante un año a una ciudad de 3.5 millones de habitantes).

¿QUÉ ES LA SUPERINTELIGENCIA ARTIFICIAL?

El término superinteligencia se aplica a una forma hipotética de IA que supera las capacidades humanas en todos los dominios. El anuncio de Meta revela que la compañía planea ejecutar inversiones a gran escala para respaldar estos avances.

Los actuales modelos agénticos —es decir, aquellos que funcionan como Agentes,— no son ligeros: requieren entrenamiento intensivo, computación profunda, procesamiento de contexto extenso y adaptabilidad en tiempo real. Los modelos más complejos, capaces de manejar cargas pesadas, necesitarán niveles altísimos de entrenamiento para alcanzar tal adaptabilidad, lo que supone construir supercúmulos de cómputo que soporten un nuevo nivel de inteligencia, uno que funcione como un “yo digital”.

La superinteligencia artificial, aún hipotética, sería un sistema capaz de superar la inteligencia humana en su nivel más fundamental, con funciones cognitivas de vanguardia y habilidades de pensamiento más avanzadas que las de cualquier ser humano.

Hay quienes creen que la IAG (inteligencia artificial general) está próxima a lograrse; algunos la proyectan para la década de 2040. Otros, en cambio, sostienen que la IA actual sigue siendo estrecha o débil, más una herramienta especializada que una inteligencia generalizada.

La IA que usamos hoy destaca en tareas específicas: jugar al ajedrez, traducir idiomas o generar contenido. Recientemente se está explorando la IA agéntica —con modelos que pueden delegar en asistentes más simples— para encargarse de procesos completos: ejecutar trabajos, revisarlos, corregir errores y repetir iteraciones hasta reducir fallos. Sin embargo, aún carecen de una comprensión profunda del mundo.

La intervención humana disminuye con la IA agéntica, ya que esta puede hacerse cargo de proyectos completos que incluyen búsquedas de información, análisis estadísticos y toma de decisiones. No obstante, su aplicación práctica todavía está en etapas iniciales.

No todos los especialistas coinciden en la viabilidad de la IAG. La inteligencia humana es resultado de factores evolutivos únicos y podría no ser replicable de manera óptima mediante software y hardware. Además, el cerebro humano aún no se comprende del todo, lo que dificulta imitarlo.

 

FACTIBILIDAD DE UNA IA GENERAL

La IAG aún no existe, pero poderosos actores trabajan para alcanzarla. Cuando surja, se espera que actúe de forma autónoma y alcance un nivel de razonamiento resultado de un masivo aprendizaje, además de contar con acceso a información equivalente al de un ser humano altamente instruido.

Críticos, sin embargo, señalan que aún faltan avances tecnológicos clave:

  • Modelos Masivos de Lenguaje con mayores volúmenes de datos.
  • Capacidades multisensoriales (texto, imágenes, audio y video).
  • Redes neuronales más avanzadas.
  • Computación neuromórfica, inspirada en la estructura del cerebro.
  • Computación evolutiva, optimizada mediante procesos algorítmicos similares a la selección natural.
  • Generación automática de software funcional, un área en la que ya hay progresos.

 

CAMINOS HACIA LA SUPERINTELIGENCIA ARTIFICIAL

Los avances en potencia computacional y algoritmos alimentan la especulación sobre la ruta hacia la IAG. Sin embargo, la fuerza bruta no basta: replicar la complejidad de la mente humana parece ser una vía más prometedora.

El aprendizaje continuo, inspirado en procesos cerebrales, permite que la IA mejore con el tiempo y adquiera nuevas habilidades sin depender de programación explícita. Los chatbots y la IA generativa son pasos preliminares que demuestran una creciente sofisticación en el entendimiento del lenguaje humano.

En teoría, una IA capaz de auto-mejorarse podría generar invenciones transformadoras: nuevos fármacos, materiales innovadores, fuentes de energía y métodos de exploración. Una interacción fluida mediante lenguaje natural —o incluso, en el futuro, interfaces neuronales directas— aceleraría esta evolución hacia algo parecido a una “singularidad tecnológica”.

CONSIDERACIONES SOBRE UNA SUPERINTELIGENCIA

El desarrollo de una IAG transformaría profundamente la sociedad. Algunos afirman que sería el “último invento” de la humanidad. Sus beneficios potenciales rozan la ciencia ficción: una supercomputadora incansable, disponible 24/7, capaz de analizar datos y proponer soluciones a problemas en salud, finanzas, política o investigación científica.

Podría reducir errores humanos, optimizar la programación, realizar exploraciones peligrosas con robots o coordinar redes de transporte autónomo. Su creatividad superior podría generar soluciones insospechadas, con un impacto directo en la calidad y longevidad de la vida humana.

 

¿ESTARÍAMOS ANTE UNA SINGULARIDAD?

Algunos temen que el desarrollo de una inteligencia no humana, superior a la nuestra, inaugure una era impredecible.

En 2006, Ray Kurzweil publicó The Singularity is Near, donde describe la “singularidad” como un punto en que las leyes conocidas dejan de aplicarse, comparable a lo que ocurre en los agujeros negros o a los instantes previos al Big Bang. Kurzweil ha actualizado sus predicciones: sostiene que la IA alcanzará nivel humano hacia 2029 y que la IAG podría llegar hacia 2045.

Esta idea, sin embargo, tiene raíces más antiguas. En los años 50, el científico húngaro-estadounidense John von Neumann ya advertía sobre un posible punto de inflexión en la historia de la humanidad:

“…el progreso siempre acelerado de la tecnología y los cambios en el modo de vida dan la impresión de que se aproxima una singularidad esencial en la historia de la especie, más allá de la cual los asuntos humanos, tal como los conocemos, podrían no continuar.”

Fuentes:

  • IBM Think Newsletter, 15 de julio de 2025 / Fast Company, Inc.
  • Ray Kurzweil, The Singularity is Near, Penguin Books, Nueva York, 2006.
  • Stanislaw Ulam, John von Neumann, 1903-1957, Boletín de la Sociedad Matemática Estadounidense, Vol. 64, No. 3, 1958, págs. 1-49.