La Universidad de San Martín de Porres, a través del Instituto para la Calidad de la Educación, participó activamente en el V Foro Académico CONVIVENCIA sobre Violencia Escolar – FAVE 2025, denominado “Soluciones frente a la Violencia Escolar”. En este marco, la Dra. Miriam Ponce, directora del Instituto, presentó la conferencia “El bienestar docente como pilar de la convivencia escolar”, donde destacó la necesidad urgente de situar la salud emocional y laboral de los maestros en el centro de las políticas educativas.
Durante su intervención, la Dra. Ponce señaló que el debate sobre convivencia escolar suele centrarse únicamente en los estudiantes, dejando de lado un factor decisivo: el bienestar de los docentes.
“Resulta difícil pedir a los maestros que gestionen conflictos o promuevan un ambiente positivo si ellos mismos se encuentran agotados, estresados o emocionalmente sobrecargados”, expresó.
Asimismo, presentó una reflexión estructurada en tres ejes: la relación intrínseca entre bienestar docente y convivencia escolar; la evidencia científica que respalda dicha conexión y las herramientas prácticas que pueden fortalecer la salud emocional del profesorado.
“El bienestar docente no es un lujo, sino una necesidad fundamental para la sostenibilidad de una convivencia escolar efectiva”, destacando que un maestro emocionalmente equilibrado influye positivamente en el clima del aula y en el desarrollo de sus estudiantes.
Para ilustrar este impacto, compartió ejemplos de la vida cotidiana escolar, como el caso de una profesora que llega agotada por problemas familiares y enfrenta situaciones retadoras en el aula.
“La respuesta emocional de un docente depende fuertemente de su estado mental y físico, y que, sin espacios de recuperación o apoyo, es inevitable que surjan reacciones impulsivas; pérdida de empatía; disminución de la tolerancia a la frustración o tensiones con estudiantes, padres y colegas”, explicó.
La Dra. Ponce presentó también datos significativos sobre las consecuencias del estrés y el agotamiento docente, entre ellas el aumento del ausentismo laboral, licencias médicas y la desmotivación profesional.
“Según registros oficiales, más de 25 mil licencias anuales responden a temas de salud, muchas asociadas al estrés crónico. Este desgaste termina afectando la calidad educativa, al limitar la planificación, la innovación y la participación activa en la vida escolar”, indicó.
Asimismo, expuso investigaciones internacionales que respaldan esta relación y citó estudios de la Universidad de Harvard que demostraron que docentes que practican estrategias de bienestar reducen sus niveles de estrés y aumentan su empatía hacia los estudiantes, lo cual repercute positivamente en el clima del aula.
También mencionó un estudio de la Universidad de Michigan, donde los estudiantes valoraron más las cualidades socioemocionales de sus docentes que las puramente académicas, evidenciando que la salud emocional del maestro fortalece el vínculo pedagógico y reduce la probabilidad de conductas disruptivas.
En el ámbito nacional, destacó investigaciones que muestran la relación inversa entre apoyo social y síndrome de Burnout en docentes, así como evidencias sobre cómo las cargas administrativas excesivas afectan su bienestar.
Por otro lado, exhortó a fortalecer redes de apoyo institucional, al considerar que nadie puede dar lo que no tiene, y que un docente emocionalmente desgastado no puede promover adecuadamente la salud socioemocional de sus estudiantes.
Asimismo, reflexionó sobre la necesidad de que las instituciones educativas —y el Estado— reconozcan que el bienestar docente es un asunto de política pública: “Mejorar el ambiente laboral, brindar reconocimiento, clarificar roles y promover la autoeficacia profesional son estrategias indispensables para reducir el estrés y elevar el desempeño de los maestros”.
Finalmente, la Dra. Ponce presentó herramientas prácticas para fortalecer el bienestar docente, como la pausa activa consciente, el manejo respiratorio, la meditación guiada, el “tiempo fuera” pedagógico y otros recursos accesibles que ayudan a regular emociones y atender situaciones difíciles con mayor serenidad.
“Invertir en la salud emocional del profesorado es invertir en escuelas más seguras, ambientes más saludables y una convivencia escolar auténticamente preventiva y sostenida en el tiempo”, concluyó.
Santa Anita, 04 de diciembre de 2025
Oficina de Relaciones Públicas
e Imagen Institucional
